El médico puede desempeñarse en dos grandes campos: el preventivo (sanitarismo) donde tiene dos funciones básicas:
- Instruir a individuos, instituciones, comunidades y equipos sanitarios sobre los métodos que se deben utilizar para evitar la enfermedad y preservar la salud.
- Preparar y realizar campañas sanitarias y programas de educación para la salud; promover investigaciones acerca de las enfermedades endémicas y epidémicas. En el otro campo, el curativo, puede dedicarse a la clínica y/o la cirugía, sean estas general o especializada. Puede especializarse en el estudio y tratamiento de una enfermedad o en un sistema orgánico determinado; como así también, realizar docencia e investigación.
Cuando se habla de perfil profesional se hace referencia a las acciones que desarrolla un profesional dentro de su campo de acción, dirigidas a solucionar necesidades sociales.
La AFACIMERA (Asociación de Facultades de Ciencias Médicas de la República Argentina) propone fijar un perfil profesional mínimo común a todas las Facultades de Medicina, que garantice las competencias profesionales básicas de un médico general.
La Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba establece el perfil del egresado de la Carrera de Medicina en los siguientes terminos:
Al egresar el médico seré capaz de: – Asistir al hombre sano, tanto a nivel en el ámbito individual como familiar y comunitario, valorizando las acciones de promoción y protección de la salud. – Valorar los factores ambientales, culturales, sociales y económicos causantes de la enfermedad, reconociendo las deficiencias y promoviendo su corrección. – Resolver los problemas más frecuentes de salud en el lugar y momento mismo en que se originan, ya sea en el ámbito individual, familiar o comunitario.
En este contexto deberá estar capacitado para:
La carrera de Medicina tiene como objetivo la formación de un médico general, entendiendo como tal a un profesional capacitado para resolver los problemas concernientes a la promoción, protección, recuperación y rehabilitación de la salud, tanto individual como familiar y comunitaria, y hacer uso racional de los recursos tecnológicos y terapéuticos disponibles, dentro de un contexto ético-moral que respete la dignidad de la persona humana como ser trascendente.
En síntesis deberá ser un médico práctico, conocedor de la patología prevalente, imbuido de una práctica humanizada, con una formación integral y capaz de perfeccionarse continuamente.